Crujiente, fresca y de toda la vida.
La lechuga romana ha estado siempre con nosotros, en la mesa y en el campo. es una de esas hortalizas que forman parte de nuestra historia familiar: la hemos plantado durante generaciones y sigue siendo una de las más queridad por quienes valoran el sabor auténtico y la frescura natural.
Sus hojas alargada, crujientes y llenas de vida la hacen ideal para ensaladas, bocadillos o como base de platos ligeros y sabrosos.
La cultivamos conel mismo mimo con el que lo hacían nuestros mayores, recogida en el momento justo para que conserve su frescura,... y ese sabor tan nuestro.
Porque lo bueno de siempre, nunca pasa de moda.